lunes, 9 de marzo de 2009

¿DICTAOR DANIEL?

Estelí, Agosto 30 del 2008

Dictador era el cargo o título que le otorgaba el Cenado Romano al Cónsul o personaje escogido, por su virtudes, para dirigir por período determinado la administración estatal de su país en el embrollo de una crisis social, militar, económica y política profunda, afectando el momento. Este dictador ejercía su poder absoluto y general sobre el destino de su patria, apoyado por todas las fuerzas vivas de la nación; fuera justo o injusto, sus dictados no se discutían ni criticaban, eran de cumplimiento inmediato y tajante a favor de la superación de las dificultades en que se había sumergido la nación. Este instrumento de gobierno fuerte y de gran acierto y efectividad, sin retorno, fue copiado y aprovechado por reyes y gobernantes de toda índole para sojuzgar muchos pueblos de la tierra, sometiéndolos a los intereses de poderosas privilegiadas minorías, que explotaban a las mayorías indefensas e ignorantes a favor des sus glotones intereses. Pero esos gobiernos antipueblos eran la negación mismas de los auténticos intereses de las verdaderas dictaduras romanas; estas terribles dictaduras de las minorías todo poderosas caían, pero a costa de grandes y sangrientos sacrificios de las mayorías marginadas. Los dictadores romanos en su origen eran nobles, dignos y populares, se trataba de dirigir un pueblo con mano dura, inquebrantable con el fin de eliminar de un tajo crisis establecidas; estas metas eran loables y necesarias. superadas las dificultades, retornaba el Estado demócrata.

En nuestro país, el gobierno no es todopoderoso, comenzando por la Asamblea Nacional, donde no se tiene la mayoría necesaria para dictar y lamentablemente se tienen que negociar todos los proyectos ejecutivos y ceder parte de las conquistas populares previstas para poder implantar la mitad de lo planeado en principio.

En el Gobierno Popular, de Unidad y Reconciliación Nacional de José Daniel Ortega Saavedra, no se asesina por política, no hay presos políticos, no existen perseguidos políticos, no se cierran los medios de comunicación aunque se expresen vomitando veneno contra el gobierno constituido, no se prohíben las manifestaciones de los enemigos del Estado, la ciudadanía se manifiesta a como le da la gana, en cualquier parte, sin miedo a represión ninguna, no se acostumbra la tortura y el maltrato corporal en ninguna de su oprobiosas formas, no se reprime a nadie, aquí se hace lo que se le antoja al ciudadano sin el temor a nada, hay libertad para todo, se puede decir que se vive en libertinaje sin que se manifieste la opresión necesaria para eliminar esas malas costumbres libertarias. Se califica el gobierno de Daniel de dictadura haciéndolo par de los terribles regímenes de Gómez en Venezuela, de Trujillo en Dominicana, de Martínez en el Salvador, de Somoza en Nicaragua y otros tantos del mismo tono que ha sufrido América, pero basta que la juventud rica y pobre lea las biografías de estos terribles personajes para darse cuenta que la comparación es corrompida y falsa en todo sentido y enterarse al mismo tiempo que los programas de gobierno del momento son patriotas, valientes y necesarios.

Los proyectos económicos que se aplican salen aprobados por consenso dentro de asambleas donde participan todos los sectores actuantes. Las Fuerzas Armadas (ejército y policía) no son coercitivas con los amplios y libres movimientos de la oposición, al contrario, los cuidan, los protegen y les guían en buen comportamiento ciudadano. No existe un sólo exiliado político en el territorio nacional. Todas estas manifestaciones reales, objetivas y comprobables se expresan dentro de un gobierno con grandes proyectos de desarrollo económico contra la pobreza, el desempleo, la enfermedad, el analfabetismo, carreteras y calles por doquier.

Los tan criticados Comité de Participación Ciudadana (CPC) aún con sus errores, es la voz de los humildes, de los nunca escuchados que ahora hablan, exponen sus pareceres, se quejan, explican sus problemas y asesoran al Estado, es la mayoría con el mando, es el pueblo presidente, también es la fuerza popular que sustenta al gobierno; por eso les temen, por eso los critican, por eso les quieren hacer desaparecer.

¡Bueno! Con esto basta y sobra para demostrar que en Nicaragua no se está ni se va a una dictadura proletaria que, es en realidad lo que debiera existir, con un gobierno dictatorial a favor de los siempre marginados de la patria, se caminaría al ritmo necesario en la implantación de la Justicia Social verdadera, tan necesaria para las mayorías de los habitantes eternamente desprotegido y explotado inmisericordemente.

Los que hablan en Nicaragua de Dictadura, no son más que ignorantes o terroristas políticos declarados y sinvergüenzas. En realidad hace falta una Dictadura Proletaria y Campesina.

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