8 de Marzo del 2008
A: Madelina Rojas, amiga.
Esta vez me propongo a intentar escribir sobre la amistas, cosa difícil de hacer considerando la magnitud de la expresión; después de las páginas Sócrates sobre este tema, conozco pocos escritos serios sobre el engorroso asunto. Procuraré hacer memoria sobre los diferentes pensamientos hermosos que conozco sobre la materia e irlos enlazando entre sí, para ver si puedo redondear una cuartilla que enjundiante exponga algo claro y conciso sobre el tema.
Amigo, una palabra simple y sencilla; adjetivo de cinco letras que unidas en el orden fonético del trisílabo tiene un universo infinito de significados sinónimos: Amor, confianza, cariño, afecto, devoción, sinceridad, apoyo, estímulo, lealtad, fraternidad, intimidad, compañerismo y compresión, entre otras. La amistad es el peldaño más alto en la escala de la solidaridad humana. Nada más común que la palabra amigo y al mismo tiempo nada más rara de encontrar aplicada en su realidad. Esa designación no es estéril ni ociosa, se agita o no existe, es un puerto a la vida, sólo cabe en corazones nobles, es con ella que se puede perseguir la paz, es una palabra sin sexo y no es una alianza sino una asimilación, toda la grandeza de este mundo no vale lo que un amigo, ella es la fraternidad en el sentido más elevado, no tiene cambios ni con el tiempo ni con la distancia, como dice Voltaire, es el matrimonio perfecto de las almas. La amistad es un sentimiento del cual nunca pueden gozar almas mediocres. En síntesis, el otro yo, es dos cuerpos con un alma, es bálsamo en la vida.
Hay amigos dulce, acres, expresivos, introvertidos, tibios, calurosos y helados, pero son amigos y eso es lo que importa, la esencia de la relación humana es encontrar estos sujetos. En la práctica de la amistad, no se puede agregar calificativos ni usar aumentativos ni diminutivos; no existen los malos amigos, ni los buenos amigos, es sólo ser amigo y esto significa su propia identidad, cualquier agregado a su autenticidad deforma o corrompe su significado.
Familiares, en cualquiera de sus manifestaciones, pueden no quererse, pero en los amigos no puede darse esa particularidad ya que si nace una discordia, la amistad en si no ha existido, el amigo es único e invariable, puede haber diferencia de opinión sobre diferentes temas, pueden tener contradicciones, pero se comprenden y se respetan; el amigo está en la risa y el llanto, está en la derrota y el triunfo, está en lo problemático y lo fácil, está positivamente en todo los momentos que se viven dentro de esa extraordinaria relación.
En la amistad no pueden existir explicaciones como, era su amigo, en este caso nunca fue amigo; mi fiel amigo, la fidelidad va implícita, no admite agregados, es sólo amigo a secas, ello significa todo lo positivo que puede existir en una relación humana. El sentimiento de la amistad sobrepasa todas las expresiones de sentido religioso, político, social o familiar. No existe en el mundo nada parecido ni nada más puro e impoluto que la experiencia de la amistad. Si en las relaciones matrimoniales, familiares o de comunidad hay amistad, estas serán irrompibles y eternas. Hay quienes dicen que esta relación sólo se puede dar entre sujetos de estratos sociales iguales, pero, por lo contrario, se sabe de amistades que se han desarrollado con excelencia entre sujetos de estratos totalmente diferentes.
La amistad entre un hombre y una mujer es la armonía perfecta, es el lado más dulce de la vida, es la ternura hecha realidad, porque la mujer es la amiga natural del hombre y viceversa, el hombre es el amigo natural de la mujer.
Vivir sin amistad no es vivir.
sábado, 25 de octubre de 2008
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